martes, 17 de enero de 2017

EL ALIENÍGENA

Si él fuera otro estoy seguro de que le gustarían los días lluviosos tras la ventana, los aromas a comida casera de su vecina y el canto alegre de los jilgueros. Incluso sonreiría al verse con ese pijama agujereado que lleva todo el día y su barba descuidada cubierta de tamo. Está asediado por una fantasmal cohorte de pensamientos. Piensa en una escabechina sangrienta cuando corta pan y en la ingestión de lejía cuando bebe agua. Se cree extraterrestre, y se abraza a su locura marciana porque ya no se adapta a las ciudades ni se acepta como ser humano. 

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