lunes, 11 de septiembre de 2017

EL ASESINO DEL ABRIGO POLAR

El hórrido hombre que se parapetaba en la sombra de las callejuelas para acabar brutalmente con sus víctimas, dormía con una sudadera metida por la cintura de un viejo pantalón de chándal, se cubría con un tupido gorro de lana y también con unos gruesos calcetines que se subía hasta las rodillas por la parte de afuera del pantalón. Odiaba pasar frío por la noche y que alguna zona de su cuerpo quedara al descubierto durante el movimiento nocturno. Se tapaba con varios edredones y mantenía la habitación bien caliente con una estufa de butano que permanecía encendida toda la noche. 

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